domingo, 24 de mayo de 2009


Entretanto se levanta una bruma, una bruma tal que más que bruma parece un millón de almohadas. Y de buenas a primeras todo se esfuma ... cuando estaba a punto de ahogarse, vio pasar ante él un pequeño témpano de hielo, un témpano de hielo del tamaño de un guisante, pero puro y transparente "como una lágrima congelada" .... y el brillo iridiscente de ese reflejo le trae a la memoria esa misma lágrima. Que recuerda, cayó de tus ojos cuando estábamos sentados bajo el árbol de esmeralda y tú gritaste gozosa: "¡No hay crimen!". "No (dije yo entre lágrimas), pero en tal caso tampoco hay hombres justos". Rompimos a llorar, y nos separamos para siempre.

1 comentario:

Carol dijo...

No más ligerezas abrumantes algodonizadas... ¡con las lagrimas honestas todo se compensa!

Chidas Photoshh che!