En mi imaginación veo el estado de ánimo del criminal bajo el dominio de tres elementos de los que no puede liberarse. Uno es la embriaguez, las nubes de alcohol mezcladas con el bullicio de la danza y los cantos; otro ella, con la tez encendida por las libaciones, sonriéndole, cantando y bailando, ebria también; y, en fin, la idea consoladora de que el fatal desenlace está todavía lejos...
jueves, 3 de febrero de 2011
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