sábado, 20 de noviembre de 2010


Hay segundos (sólo cinco o seis a la vez) en que uno logra sentir la plenitud de la armonia eterna. Es algo sobrenatural. No estoy diciendo que sea algo divino, sino que el hombre, en cuanto ser terrenal, no lo puede sobrellevar. Tiene que cambiar físicamente o morir. Es una sensación diáfana e inequívoca. Como si de improviso abarcara uno la naturaleza entera y dijese: Sí. Esto es verdad.
Si durase más de cinco segundos, el alma no podría resistirlo y ocurriría la muerte instantaneamente. En esos cinco segundos vivo una vida entera, y por ellos daría toda mi vida, pues lo valo. Para resistir diez segundos tendría uno que cambiar fisicamente.

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