¿Había en mi juventud algo que no me sirviera para soñar? ¡Acaso hubo algo que yo no bebiese con todo mi corazón, mi alma entera, en esos sueños diurnos, dorados y resplandecientes que casi se parecían a las alucinaciones del opio!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario