
Yo creo de buen grado en el infierno, pero en un infierno sin techo. Esto resulta más fino, y además es un infierno mejor iluminado. Tal vez me digas que, qué importa que tenga o no techo. Pues sí que importa, pues si no hay techo, no hay ganchos, y entonces no me podrán colgar. Y si no me cuelgan, ¿donde está la justicia del otro mundo? Habría que inventar los ganchos para mí, sólo para mí. ¡Si tú supieras lo sinvergüenza que soy!
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