viernes, 13 de febrero de 2009

Un temblor nervioso se había apoderado de el. Tenia un poco de fiebre. Sentía frió a pesar de que el calor era insoportable. Cediendo a una especie de necesidad interior e inconsciente, hizo un enorme esfuerzo para fijar su atención en las diversas cosas que veía, para librarse de sus pensamientos; pero el empeño fue inútil: a cada momento volvía a caer en el delirio. Estaba concentrado unos segundos, se estremecía, levantaba la cabeza y miraba a su alrededor sin poder recordad lo que estaba pensando hacia unos pocos segundos.

No hay comentarios: