
Un temblor nervioso se
había apoderado de el. Tenia un poco de fiebre.
Sentía frió a pesar de que el calor era insoportable. Cediendo a una especie de necesidad interior e
inconsciente, hizo un enorme esfuerzo para fijar su
atención en las diversas cosas que
veía,
para librarse de sus pensamientos; pero el
empeño fue
inútil: a cada momento
volvía a caer en el delirio. Estaba concentrado unos segundos, se
estremecía, levantaba la cabeza y miraba a su alrededor sin poder recordad lo que estaba pensando
hacia unos pocos segundos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario