viernes, 20 de febrero de 2009

1 comentario:

Chechu C. dijo...

“Esos árboles tienen contornos,
darme cuenta es tan hermoso!”

(Sueter – Amanece en la ruta)





Más que una adicción creo que la fascinación por los fenómenos naturales es algo inherente al ser humano. Ya sea en cosas simples como en eventos excepcionales, capaces de despertar el morbo. Si bien todos nacemos muertos en algún punto de nuestro ser, aquellos que reniegan de admirar aquellas cosas que no ha tocado la mano del hombre me parecen tristemente desanimados, no me es posible pensar en el motor de vida que puede llegar a tener alguien que se encuentra (no, declara) inconmovible ante semejante espectáculo.